Smart Cities, la tecnología al servicio de las ciudades
El camino hacia ciudades más amables, más inclusivas y más sostenibles
El concepto de Smart City, ciudad inteligente o ciudad conectada se basa en el empleo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para la gestión y el desarrollo de una ciudad. Sin embargo, más allá de eso, no hay mucho acuerdo sobre las implicaciones del concepto. Para unos el objetivo final debe ser el bienestar del ciudadano, para otros se trata de conseguir ciudades más sostenibles y para otros es el desarrollo de la propia ciudad lo que importa. Y es que, al parecer, hay tantos tipos de Smart Cities como uno quiera imaginar.
Cada día, en todo el mundo, 180.000 personas abandonan las áreas rurales para irse a vivir a una ciudad. Si en los años 50 la población urbana mundial sumaba 750 millones, hoy alcanza los 3.600 millones. La tendencia no ha hecho más que aumentar desde hace casi un siglo. Según todos los cálculos, y salvo que algo salga realmente mal, para 2050 la tierra acogerá a 9.000 millones de habitantes, y el 70% de ellos vivirá en ciudades. España, sin ir más lejos, es uno de los países en los que la población vive más concentrada, con el 80% de los habitantes residiendo ya en ciudades.
La gestión de núcleos urbanos cada vez más extensos, cuya demanda de recursos no para de crecer (energía, agua potable, alimentos…) se ha convertido en algo tremendamente complicado. Por suerte, si algo avanza más rápido que el crecimiento de las ciudades es precisamente lo único que, al parecer, puede garantizar su viabilidad: la tecnología.
Administrar una urbe moderna con los modelos de gestión analógicos y el sistema burocrático de hace apenas unas décadas sería una empresa insostenible. Nuestras ciudades ya dependen, a día de hoy, de servidores, bases de datos y mucha, mucha tecnología informática. Pero eso no las convierte en Smart Cities.
El concepto de Smart City va mucho más allá. Nace de un nuevo escenario creado por las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en el que cada ciudadano y cada institución tiene la capacidad de generar y demandar información en tiempo real, en cualquier momento y desde cualquier lugar.
Una Smart City es una ciudad que aprovecha esta nueva realidad, que fomenta, canaliza y emplea adecuadamente ese flujo de información creciente, que involucra al ciudadano gracias a esa nueva forma de relacionarnos entre nosotros y con el entorno. Pero ¿con qué objetivo?
Muchas Smart Cities
Uno de los problemas del concepto Smart City es que nadie tiene el monopolio de la idea. Existen diversos rankings de ciudades Smart, y atendiendo a los parámetros por los que se rigen, queda claro que el concepto de ciudad inteligente tiene un margen de interpretación muy amplio. Existen sobre todo dos corrientes: para unos, el fin último de la ciudad inteligente es la mejora de la calidad de vida de sus habitantes; para otros, en cambio, el objetivo es conseguir ciudades más sostenibles. Obviamente, ambas ideas no son irreconciliables. De hecho, parece lógico pensar que un objetivo no puede alcanzarse sin el otro, así que la Smart City ideal debería cumplir con ambos.
En cambio, el ranking Cities in Motion, elaborado por IESE Bussiness School, no se centra ni en la humanización de la ciudad, ni en su sostenibilidad ambiental. En lugar de ello evalúa la implantación de las nuevas tecnologías en nueve áreas definidas: gobernanza, planificación urbana, tecnología, medioambiente, proyección internacional, cohesión social, movilidad y transporte, capital humano y economía.
Los detractores de esta clasificación señalan que solo sirve para conocer qué ciudades emplean las TIC en mayor medida, y siempre con criterios muy economicistas, como no podía ser de otra manera viniendo de una escuela de negocios. Es llamativo, desde luego, que la gran mayoría de los primeros puestos suele estar ocupada por megaurbes (con la llamativa excepción de Reykjavik, que cuenta con menos de 123.000 habitantes), cuando, en otros rankings, los primeros puestos siempre están ocupados por ciudades de tamaño medio.
Que no hay un criterio unificado sobre qué es una Smart City, es paradójicamente, lo único en lo que coincide todo el mundo. Por suerte, ni los ranking definen las políticas de cada ciudad, ni las TIC entienden de límites territoriales. Aunque cada ciudad se ha marcado sus objetivos y avanza hacia ellos a su propio ritmo, lo cierto es que todas ellas aprenden e incorporan, a su debido tiempo, lo que se está haciendo en otras partes. El hecho de que a día de hoy no exista un quórum sobre hacia dónde se debe avanzar es, probablemente, una mera consecuencia de la inmadurez del concepto Smart City; pero seguramente en unos años el flujo de información entre unas ciudades y otras terminará por definir cómo debe ser la ciudad inteligente perfecta. Estamos pues, ante un proyecto conjunto que apenas ha echado a andar y en el que cada parte tiene completa libertad para escoger su camino. El objetivo, aún lo estamos imaginando.
Bien pensado, poco importa si la ciudad más Smart es Nueva York o Copenague; todas las ciudades, antes o después, terminarán siendo lo que ahora llamamos Smart Cities. Todas ellas serán más humanas, más sostenibles y más inclusivas. Simplemente el concepto de ciudad está cambiando. Y aunque no sepamos bien hacia dónde vamos, parece que el camino nos lleva a un futuro mejor.
Smart Cities en España
Da igual qué ranking de Smart Cities se tome como referencia, si es un listado internacional, España aparece invariablemente como un país puntero en el desarrollo de ciudades inteligentes. No es de extrañar, teniendo en cuenta que el concepto surgió, en gran parte, en nuestro país.
En 2004 el Ministerio de Industria realizó un informe conocido como “Ciudades Digitales”, basado en un experimento previo llevado a cabo por iniciativa de la empresa ACCEDA. Este informe, el primero en el mundo elaborado por una institución gubernamental, estableció por primera vez las bases de lo que sería una ciudad digital. Años después la empresa IBM rebautizó el concepto como Smart City.
España no se ha quedado en la génesis de la idea. El Indice Cities in Motion sitúa a Madrid, que recientemente ha adelantado a Barcelona, en el puesto 24 a nivel mundial en 2019. Pero más que el puesto, lo que llama la atención de España es que en nuestro país la conversión de las ciudades en Smart no se ha limitado a las grandes ciudades como Madrid y Barcelona. Dependiendo de qué índice se consulte, podemos encontrar hasta 60 ciudades consideradas Smart en mayor o menor medida en nuestro país; es decir, más que capitales provinciales. Es evidente que la idea ha arraigado con fuerza y casi todas las ciudades tienen una parte de su agenda reservada a volverse más Smart.